jueves, 27 de diciembre de 2018

sábado, 3 de diciembre de 2016

Regreso

“No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuanto has cambiado tu”
 (Nelson Mandela)

jueves, 9 de mayo de 2013

Posiblemente nos crucemos


"Uno/a nunca abandona los espacios donde ha vertido las palabras, puede que no esté allí físicamente, pero las palabras permanecen".

 

 


miércoles, 1 de mayo de 2013

Despedida

Desde mis días te despido.
Me voy por la vida con tus cenizas.
 
Quedan tus pisadas esquivas
donde nacen las lilas.
 
En el tacto de una piedra
En la placidez de la tarde.
 
Donde tú regresaste aquel día
Donde quise escribir un poema.
 
Dejaste escrito tu silencio
en los surcos de mis manos
 
En donde prometiste un regreso,
y pusiste un poco de vida. 
El tiempo, rompe el mismo tiempo,
haciendo hilos en el medio del bosque. 
Las piedras dejaron surcos en los ríos,
y regresé para borrarlos. 
Apartándome de tus ojos
quemé mis noches. 
Atardeció… y herida caminé
de regreso… a la deriva.
 
Sólo son cosas mías
 

sábado, 27 de abril de 2013

Que duele el aliento

Hay días que aturden el alma,
que aprietan como cuerdas muy prietas.
Hay días que sólo la muerte sería consuelo.
Los hay sin secretos, que el cielo no existe,
que duele el aliento!
Hay días sin brisa ni afectos.
Que sólo la soledad es consuelo.
Hay horas que no existen los besos,
que la compañía entristece!
Hay horas mejor sin amores...
Hay momentos sin puerta a la lágrima
que lavan el alma putrefacta de mierda...
Sólo son cosas mías

jueves, 25 de abril de 2013

El amor es mujer

Aquí paro mí tiempo de palabras,
donde dejé  mi sangre.
Al no poder atravesar esta ventana
cierro los brazos.
Colgada de un beso, soy feliz,
porque no cambió nada.
Porque el amor es mujer
y da tregua.
Me voy de puntillas
recordando aquel día
en que sepultamos las rosas
desperdiciando semillas
en tierra infértil.
¡Que inútiles fueron mis pechos tibios!
bajo aquel árbol ardiente
Detengo  aquel atadercer,
para no morir de tristeza
por la flor que se marchita.
Al tocar la muerte con los dedos
aprendo a mirarme a mi misma
y  lo que me rodea.
a vivir el pasado, aprender,
añorando  aquel sitio,
del brazo de un hombre
con su palabra en la mano
por el sendero amarillo.
Y sigo adelante mientras
sentada en la piedra
veo correr el rió,
y caer la tarde.
 
Sólo son cosas mías
 
 


domingo, 7 de abril de 2013

Yo no sé de olvido


Sigo buscándote, rastreando el pasado.
Vale que no he sido lo que yo he sentido.
Pero...no vale lo que tú has vivido.
¡Yo no sé de olvido...
Yo escribo a un vivo!
No es amor, es algo parecido.
Acontecimiento lejano que inmoviliza el paisaje
que estalla en música, alterando la atmosfera,
convocando la lluvia.
Sellamos una tarde serena.
La vida estaba toda allí, y no en otra parte.
Tenia nombre de canción...
Fue un instante sin fin
Carecía de ayer, carecía de mañana...
Sólo atardecía   a la ladera del río.
Rodeaste de alambres aquel día
Hiciste correr sangre en lo que sentía
Y sin embargo, contrariamente, fuiste para mí, la máxima libertad que me ha sido concedida.
En una tarde de agosto nos quisimos.
 La puesta sol y los pinos, pararon el tiempo contigo
No pudimos oponernos a la vida.
Gozamos de las mismas notas,
miramos el fuego en el horizonte que explotó en nuestros cuerpos
No sobrevivimos, renacimos...
Los años han ido pasando y sin embargo, ya ves, sigo recordando
Estás siempre en el agua de aquel rio.
Sólo son cosas mías
 

domingo, 31 de marzo de 2013

A deshora

No me quieras a deshora
Déjame crecer sola
que a veces me visto de olvido

No duele la sangre cuando chorrea,
aunque lleguen con más fuerza los recuerdos
desde los días incoloros.

No siempre el amor es generoso;
cuando llega de un modo represivo,
puede desgajar la autonomía.

No me quieras de esa forma
misericordiosa que absuelve,
porque la sangre también respeta

No hieras cuando mires desde tu esquina.
No dejes caer el aguijón de los supuestos
porque el amor puede ser un simulacro.

No me quieras a deshora.
No me quieras de esa forma.

Quereres que mueren al decirlos
faltos de humildad y placidez…
que mueven furiosamente la arena

No me quieras a deshora.
Sólo son cosas mías…

martes, 12 de marzo de 2013

Magdalena

Tenía unos hermosos ojos con mirada cálida, hoy gastados por mirar por dos pues también sirvieron para su madre ciega. Se llama Magdalena. También le dicen loca cuando alguien mira su cuerpo desnudo de cintura para abajo. Mujer invisible que ya nadie ve. No la captaron las miles de cámaras que lanzaban destellos a la gente vestida de fiesta.

Magdalena ya no siente pudor, o siente un profundo desprecio por todo, al mostrar su cuerpo viejo (antes esbelto y delicado) ante quienes la ignoramos. Simplemente camina por la ciudad como por la casa que no tiene, regalando monedas a quien le hace sentir pena, porque le conmueve cualquier gesto o señal de invalidez física, desconociendo que esa persona no mendiga.

Ella, Magdalena, se da gran placer al mear de pie en cualquier plaza, sabe que es invisible, que puede hacer lo que quiere. Se ríe de nosotros, ella sabe mucho de sueños rotos y prefiere ser “loca” eligiendo las estrellas por techo, el frío por manta y la lluvia por colchón, escapando de cárceles calientes que le ofrecen los servicios competentes. Ella ama la calidez del rocío de la mañana al despertarse, que lava su cara.

A Magdalena, le gusta compartir su cartón de vino con los borrachos a los que les tiemblan las manos, pasear con los yonkis, reírse de nosotros porque sabe que nadie la mira, ella no es importante, no gasta “Chanel”, no consume más que el aire que respira,
no tiene caricias, sólo miradas indiferentes y ciegas que le regalan el placer de la libertad.

La recuerdo desde siempre, paseando las calles del brazo de su madre vendiendo cupones de lotería. Era una mujer “normal”, pero la vida la dejó indefensa, tanto, tanto…que ya no le importa nada, sólo su gente, la que como ella no tiene nada, que al mismo tiempo disfrutan ante la carencia de una maleta llena y pesada que no vale para nada, sólo para doblar la espalda que impide volar por lo más alto, aunque esto implique la más grande miseria, de la que por mucho que lo intentemos nunca ningún ser humano nos vamos a escapar.
No siento pena por ella; vive como quiere, hace lo que más le gusta, no tiene jaula. Ella vuela por mi ciudad, sin que nadie la vea.

Sólo son cosas mías…

domingo, 3 de marzo de 2013

Huele a ti


Huele a ti sin ropa,
a ese amor desnudo
que se aspira.
Te he reclamado en vano
Mientras…
tú te ocultas en los hilos de la vida.
Huele a ti y a lluvia.
Flota la ficción de tu historia
que conectó nuestro destino.
Huelo mariposas azules
que vuelan entre sombras..
Huelo tu ausencia
tirada por el suelo que me mece.
Huele tu fuente a la sombra
del árbol frondoso que me entumece.
Musgo de lluvia es mi cama.
Huele, huele… y huele a ti.
Huele a engaño del músico
que no cree la letra de la canción
Huele a dolor que se cuela
por debajo de la piel
Huele… huele a ti…
Sólo son cosas mías

domingo, 17 de febrero de 2013

Momentos


Era una tarde repetida. Cuando un color, una luz y un olor se unen para hacernos revivir momentos de nuestras vidas, se repiten las horas ya vividas. Es la máquina del tiempo que está alojada en nuestro cerebro y nos traslada al pasado.

Hace calor, las piedras, desde su memoria me reconocieron, recogiendo mi recuerdo.

No estaba sola, ellas me trasmitían el único momento vivido a su lado.

Sentada mirando el rió a la sombra de los robles centenarios y carballos nutridos por el río, alisos sembrados entre lagunas. Estampa de color adherida a mi retina.

He buscado su estela, en la tranquilidad de la tarde, de un sol que logra abrirse paso entre las hojas.

 

Fueron testigos el milano negro, el águila caudal, el halcón abejero, el gavilán, el autillo o el cárabo. La salamandra rabilarga; fresnos y algún avellano de gran porte y edad. Molinos y otros elementos ligados al agua que caminan sobre las raíces de mi pasado.

 

Evocadores paisajes, que se ven surcados por innumerables y saltarines arroyos, poniendo una pincelada de plata como contraste a un verdor esplendoroso, o dando vida a estáticos paisajes de atractivos roquedos de penedos, o peñascos con tan suaves y labradas formas que se nos acogieron en aquella tarde.

 

Auténtica sinfonía de sonidos resultando grandiosos en la quietud y silencio. Melodía de mi regreso a mi mundo animado.

Allí sentada en la piedra creí estar viviendo un retroceso al pasado.

 

Te volviste sobrenatural. Me quede embelesada. De repente resurgiste del agua entre espuma blanca. Tu cuerpo era transparente.

Sentí un peso y una presión tremenda sobre mi misma. Eras uno de esos duendes que se mueven junto a los seres humanos y se entretiene en hacer desaparecer las cosas que éstos tienen a mano, que quiebran los encantamientos y encuentran de una vez, en grado sumo, la fortuna, el amor y la belleza. Te paseas con tu melancolía en las soledades de bosque; te apareces de vez en cuando a los que penetran en lo más enmarañado del bosque, para enseñarles el camino de vuelta.

 

Abrí los ojos, el trémulo sonido de las hojas, las gotas del llanto de la lluvia,

la inconstancia del viento, desviaron mi atención al presente.
Sólo son cosas mías

miércoles, 30 de enero de 2013

Carta a un gatito/a que no llegué a conocer

 

Ayer, como todos los días, salimos a dar un paseo mañanero mi socio y yo. Muy cerca de nuestra casa, al salir de la frutería, vimos a varias personas, seis o siete, en el borde de la acera. Movida por la curiosidad pregunté qué pasaba.
Un pequeño animalito. Yo no conseguía distinguir si era un perro o un gato, sólo percibía la fragilidad de la "criatura" ante tanta mirada curiosa... Un cuerpecito encogido, o inclinado, no lo sé, por el dolor y la falta de decisión ante su sufrimiento, el de un ser indefenso recién sacado del motor de un coche. (llamó la atención por sus débiles maullidos, y alguien compasivo lo rescató).
Quiero contar que no me gustan nada, "nadita" los gatos, pero sabía que o hacíamos algo o el gatito se moriría con sufrimiento y eso...no, no, no y nooooo, mi socio y yo no lo permitiríamos, costase lo que costase.
Pedimos a un señor de una tienda si nos metía el animalito en una caja. (Yo soy incapaz de tocar un gatito). Así lo hizo, pero nos dijo que si lo llevábamos al veterinario a ponerle la inyección de la muerte, nos costaría dinero. Respondimos que no nos importaba, lo que no podíamos consentir era el sufrimiento del animalito que parecía estaba agonizando y con dolor ( o eso nos parecía).
Para llegar a la clínica veterinaria teníamos que cruzar una gran plaza y dos pequeñas calles, trayecto que se nos hizo interminable, Varias veces miramos la caja pensando que ya se había dormido para no sufrir más...
Lo primero que hizo la veterinaria fue introducirle una jeringuilla de agua en la boca para hidratarlo. La gatita o gatito (desconozco su sexo) comenzó a respirar acompasadamente. La veterinaria le dio un sobre de alimento para gatos y nos recomendó que lo trasladásemos al centro universitario y veterinario, famoso en toda Europa, "Rof Codina". Eso hicimos. Esperé a que mi socio se acercara al garaje de casa, desandando el camino que antes se nos hizo tan largo por nuestro pequeño Mini y así poder hacer el traslado, pues en un taxi no nos lo permitirían.
Por el camino, el gatit@ comenzó a asomar su cabecita por un lado de la tapadera de la caja. ( Creo que nos miraba como si fuésemos ya de su familia). Yo no he sido capaz de hacerle una caricia. Se me resisten los gatos, soy incapaz.
Ya en el hospital fue acogido por los especialistas de guardia con toda profesionalidad. Llegué a pedirle a un chico de bata blanca, que por favor le hiciese esa caricia que yo no pude hacer. Me dijo: "Yo también tengo un gato en casa que salió de un motor de un coche".
"Nuestro" gatit@ ya estaba recuperado, aunque iba a ser sometido a una completa revisión, antes de que la protectora de animales pasase a recogerlo.
Preguntamos, muy despistados: "¿Y ahora que hacemos, pagamos los gastos o lo que el animal necesite?" Nos contestaron con una amable sonrisa: "Podéis iros ya, todo corre por nuestra cuenta. Ya no ocupamos de que la Protectora se haga cargo de él".
Nos despedimos mi socio y yo con cierto despiste. Sabíamos que dejábamos allí parte de nuestros sentimientos ¿Contradictorios? Sí, totalmente contradictorios, pero dolían y tratamos de que nuestras miradas no se cruzaran, primero por vergüenza y cobardía por abandonar algo tan chiquitín que sufría y había perdido a su familia.
Si se hubiesen cruzado nuestras miradas, tal vez nos delataríamos
los dos...Nuestras miradas estaban enturbiadas por las lágrimas
...
 
Sólo son cosas mías