Era una tarde repetida. Cuando un color, una luz y un
olor se unen para hacernos revivir momentos de nuestras vidas, se repiten las
horas ya vividas. Es la máquina del tiempo que está alojada en nuestro cerebro
y nos traslada al pasado.
Hace calor, las piedras, desde su memoria me
reconocieron, recogiendo mi recuerdo.
No estaba sola, ellas me trasmitían el único momento
vivido a su lado.
Sentada mirando el rió a la sombra de los robles
centenarios y carballos nutridos por el río, alisos sembrados entre lagunas.
Estampa de color adherida a mi retina.
He buscado su estela, en la tranquilidad de la tarde, de
un sol que logra abrirse paso entre las hojas.
Fueron testigos el milano negro, el águila caudal, el
halcón abejero, el gavilán, el autillo o el cárabo. La salamandra rabilarga;
fresnos y algún avellano de gran porte y edad. Molinos y otros elementos
ligados al agua que caminan sobre las raíces de mi pasado.
Evocadores paisajes, que se ven surcados por innumerables
y saltarines arroyos, poniendo una pincelada de plata como contraste a un
verdor esplendoroso, o dando vida a estáticos paisajes de atractivos roquedos
de penedos, o peñascos con tan suaves y labradas formas que se nos acogieron en
aquella tarde.
Auténtica sinfonía de sonidos resultando grandiosos en la
quietud y silencio. Melodía de mi regreso a mi mundo animado.
Allí sentada en la piedra creí estar viviendo un
retroceso al pasado.
Te volviste sobrenatural. Me quede embelesada. De repente
resurgiste del agua entre espuma blanca. Tu cuerpo era transparente.
Sentí un peso y una presión tremenda sobre mi misma. Eras
uno de esos duendes que se mueven junto a los seres humanos y se entretiene en
hacer desaparecer las cosas que éstos tienen a mano, que quiebran los
encantamientos y encuentran de una vez, en grado sumo, la fortuna, el amor y la
belleza. Te paseas con tu melancolía en las soledades de bosque; te apareces de
vez en cuando a los que penetran en lo más enmarañado del bosque, para
enseñarles el camino de vuelta.
Abrí los ojos, el trémulo sonido de las hojas, las gotas
del llanto de la lluvia,
la inconstancia del viento, desviaron mi atención al
presente.
Sólo son cosas mías
3 comentarios:
recuerdos melancólicos... volver al pasado desde la paz del presente... como un día templado y soleado en medio del invierno.
biquiños,
Hermosos recuerdos los que nos habitan de ayer.
Un saludo
Hola cielo.
Unos recuerdos llenos de ternura y cariño, no hay que olvidar nunca.
Te deseo una feliz semana.
Un besito.
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