Ayer, como todos los días, salimos a dar un paseo
mañanero mi socio y yo. Muy cerca de nuestra casa, al salir de la frutería,
vimos a varias personas, seis o siete, en el borde de la acera. Movida por la
curiosidad pregunté qué pasaba.
Un pequeño animalito. Yo no conseguía distinguir si era
un perro o un gato, sólo percibía la fragilidad de la "criatura" ante
tanta mirada curiosa... Un cuerpecito encogido, o inclinado, no lo sé, por el
dolor y la falta de decisión ante su sufrimiento, el de un ser indefenso recién
sacado del motor de un coche. (llamó la atención por sus débiles maullidos, y
alguien compasivo lo rescató).
Quiero contar que no me gustan nada, "nadita"
los gatos, pero sabía que o hacíamos algo o el gatito se moriría con
sufrimiento y eso...no, no, no y nooooo, mi socio y yo no lo permitiríamos,
costase lo que costase.
Pedimos a un señor de una tienda si nos metía el
animalito en una caja. (Yo soy incapaz de tocar un gatito). Así lo hizo, pero
nos dijo que si lo llevábamos al veterinario a ponerle la inyección de la
muerte, nos costaría dinero. Respondimos que no nos importaba, lo que no
podíamos consentir era el sufrimiento del animalito que parecía estaba
agonizando y con dolor ( o eso nos parecía).
Para llegar a la clínica veterinaria teníamos que cruzar una
gran plaza y dos pequeñas calles, trayecto que se nos hizo interminable, Varias
veces miramos la caja pensando que ya se había dormido para no sufrir más...
Lo primero que hizo la veterinaria fue introducirle una
jeringuilla de agua en la boca para hidratarlo. La gatita o gatito (desconozco
su sexo) comenzó a respirar acompasadamente. La veterinaria le dio un sobre de
alimento para gatos y nos recomendó que lo trasladásemos al centro universitario
y veterinario, famoso en toda Europa, "Rof Codina". Eso hicimos.
Esperé a que mi socio se acercara al garaje de casa, desandando el camino que
antes se nos hizo tan largo por nuestro pequeño Mini y así poder hacer el
traslado, pues en un taxi no nos lo permitirían.
Por el camino, el gatit@ comenzó a asomar su cabecita por
un lado de la tapadera de la caja. ( Creo que nos miraba como si fuésemos ya de
su familia). Yo no he sido capaz de hacerle una caricia. Se me resisten los
gatos, soy incapaz.
Ya en el hospital fue acogido por los especialistas de
guardia con toda profesionalidad. Llegué a pedirle a un chico de bata blanca,
que por favor le hiciese esa caricia que yo no pude hacer. Me dijo: "Yo
también tengo un gato en casa que salió de un motor de un coche".
"Nuestro" gatit@ ya estaba recuperado, aunque
iba a ser sometido a una completa revisión, antes de que la protectora de
animales pasase a recogerlo.
Preguntamos, muy despistados: "¿Y ahora que hacemos,
pagamos los gastos o lo que el animal necesite?" Nos contestaron con una
amable sonrisa: "Podéis iros ya, todo corre por nuestra cuenta. Ya no
ocupamos de que la Protectora se haga cargo de él".
Nos despedimos mi socio y yo con cierto despiste. Sabíamos
que dejábamos allí parte de nuestros sentimientos ¿Contradictorios? Sí, totalmente
contradictorios, pero dolían y tratamos de que nuestras miradas no se cruzaran,
primero por vergüenza y cobardía por abandonar algo tan chiquitín que sufría y
había perdido a su familia.
Si se hubiesen cruzado nuestras miradas, tal vez nos delataríamos
los dos...Nuestras miradas estaban enturbiadas por las lágrimas...
Si se hubiesen cruzado nuestras miradas, tal vez nos delataríamos
los dos...Nuestras miradas estaban enturbiadas por las lágrimas...
Sólo son cosas mías